lunes, 2 de marzo de 2015

RENUNCIANDO A TODO PARA GANARLO TODO



Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Génesis 12:1 

Solo al que se ha vaciado Dios puede llenarlo; a eso se refieren las palabras de Jesús cundo dijo: Dad y se os dará (Lucas 6:38), y este principio se aplica también al ministerio, cuando debemos renunciar a lo que amamos y perder algunas cosas para ganar otras.  Nunca Dios permite que nos vaciemos para dejarnos vacíos, Él siempre nos quita algo para que tengamos las manos libres y podamos coger lo que Él quiere darnos: algo nuevo y mejor; algo más grande, porque nosotros vamos de gloria en gloria y de poder en poder hasta ver a Dios en Sion (Salmos 84:7).


YAHWEH LE HABÍA DICHO

Parece que la orden de dejarlo todo no era nueva para Abram; ciertamente él sabía lo que debía hacer pero había transcurrido un tiempo entre la orden recibida y la obediencia a dicha orden.  Yahweh le había dicho a Abram; Ajá… ya se lo había dicho, pero él se tardó en obedecer, al igual que usted y yo.  Es casi una norma  que cuando Dios nos pide dejarlo todo, dudamos, nos resistimos y tratamos de rehuir la orden recibida pero finalmente Dios nos derrota y lo hacemos.   Solo cuando lo hacemos, cuando obedecemos su orden y dejamos todo, entonces Dios puede bendecirnos, así que, todos los que han salido, los que han renunciado, los que han perdido algo, están a punto de ser bendecidos.   Esperen bendición y solo bendición, aunque el enemigo trate de asustarles o de hacerles sentirse solos, no teman, la nostalgia por lo perdido puede venir pero la esperanza de lo que recibiremos nos revivirá y la fuerza para la nueva tarea es grande.


MIENTRAS MÁS PIERDO, MÁS GANO

Dios le había pedido a Abram que deje su tierra, su Parentela y la casa de su padre, es decir: su patria, su círculo social y su familia.   Estas tres cosas, para un hombre actual son casi todo lo que posee, pero para un hombre que vivió tres mil años atrás, era todo; quitarle eso, era quitarle su vida, y eso fue justamente lo que Dios le pidió a Abram porque su patria, su círculo social y su familia eran un estorbo para levantar a la gran nación que Dios iba a formar a través de su siervo.   Es así que Dios no está interesado en pedirnos lo mismo que le pidió a Abraham, sino en que renunciemos a todo lo que obstaculice la gran obra que nos ha encomendado (aunque aún no la entendamos).   Mientras más grande la obra, más grande la renuncia; como a Abram le iba a dar todo, le pidió todo.  ¿Cuánto le ha pedido a usted?  Según le haya pedido, así será el tamaño de su obra.


SALIENDO SIN SABER A DONDE VA

Abram no sabía a donde iba.   Yahweh le había dicho que deje todo y salga a la tierra que le mostrará… ¡Aún no se la había mostrado!

Qué gran conflicto para las mentes helénicas; es por eso que Dios trata con mentes hebreas.   Es ilógico salir sin saber a dónde voy, pero Dios le pidió eso a Abram; ni siquiera le dio un indicio, sea al norte, al sur o al este, nada de nada.  ¡Levántate, déjalo todo y vete!  Obedecer esto requiere una visión de Dios y una confianza y absoluta resignación a la guía divina; los pragmáticos, calculadores y lógicos, no podrían hacerlo, eso es algo que les corresponde a los que tiene fe.

Si usted no sabe a dónde va, tranquilo, Abram tampoco, sin embargo él obedeció y Dios cumplió.


HARÉ DE TI UNA NACIÓN GRANDE…. TE BENDECIRÉ


Lo más importante en la vida del hombre es lo que Dios haga en él y no lo que él haga por Dios.  Los grupos religiosos siempre están pendientes que cuánto pueden hacer por Dios o para Dios; el legítimo pueblo del Señor está pendiente solamente de no estorbar la obra de Dios en ellos.   Es por esto que el perfecto estado del hombre es en adoración, úes solo cuando adoramos estamos rendidos a Él y le permitimos que nos use.   Los religiosos hacen muchas cosas y se jactan de haberlo hecho; los adoradores esperan en Dios, le obedecen y cuando han terminado su obra dicen: siervo inútil soy, solo lo que debía hacer he hecho (Lucas 17:10).  Los primeros se glorifican a sí mismos, los segundos dan la gloria a Dios.