Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti
una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Génesis 12:1
Solo al que se ha vaciado Dios
puede llenarlo; a eso se refieren las palabras de Jesús cundo dijo: Dad y se os dará (Lucas 6:38), y este
principio se aplica también al ministerio, cuando debemos renunciar a lo que
amamos y perder algunas cosas para ganar otras.
Nunca Dios permite que nos vaciemos para dejarnos vacíos, Él siempre nos
quita algo para que tengamos las manos libres y podamos coger lo que Él quiere
darnos: algo nuevo y mejor; algo más grande, porque nosotros vamos de gloria en
gloria y de poder en poder hasta ver a Dios en Sion (Salmos 84:7).
YAHWEH LE HABÍA DICHO
Parece que la orden de dejarlo
todo no era nueva para Abram; ciertamente él sabía lo que debía hacer pero
había transcurrido un tiempo entre la orden recibida y la obediencia a dicha
orden. Yahweh le había dicho a Abram; Ajá… ya se lo había dicho, pero él
se tardó en obedecer, al igual que usted y yo.
Es casi una norma que cuando Dios
nos pide dejarlo todo, dudamos, nos resistimos y tratamos de rehuir la orden
recibida pero finalmente Dios nos derrota y lo hacemos. Solo cuando lo hacemos, cuando obedecemos su
orden y dejamos todo, entonces Dios puede bendecirnos, así que, todos los que
han salido, los que han renunciado, los que han perdido algo, están a punto de
ser bendecidos. Esperen bendición y
solo bendición, aunque el enemigo trate de asustarles o de hacerles sentirse
solos, no teman, la nostalgia por lo perdido puede venir pero la esperanza de
lo que recibiremos nos revivirá y la fuerza para la nueva tarea es grande.
MIENTRAS MÁS PIERDO, MÁS GANO
Dios le había pedido a Abram que
deje su tierra, su Parentela y la casa de su padre, es decir: su patria, su
círculo social y su familia. Estas tres
cosas, para un hombre actual son casi todo lo que posee, pero para un hombre
que vivió tres mil años atrás, era todo; quitarle eso, era quitarle su vida, y
eso fue justamente lo que Dios le pidió a Abram porque su patria, su círculo
social y su familia eran un estorbo para levantar a la gran nación que Dios iba
a formar a través de su siervo. Es así
que Dios no está interesado en pedirnos lo mismo que le pidió a Abraham, sino
en que renunciemos a todo lo que obstaculice la gran obra que nos ha
encomendado (aunque aún no la entendamos).
Mientras más grande la obra, más grande la renuncia; como a Abram le iba
a dar todo, le pidió todo. ¿Cuánto le ha
pedido a usted? Según le haya pedido,
así será el tamaño de su obra.
SALIENDO SIN SABER A DONDE VA
Abram no sabía a donde iba. Yahweh le había dicho que deje todo y salga
a la tierra que le mostrará… ¡Aún no se la había mostrado!
Qué gran conflicto para las
mentes helénicas; es por eso que Dios trata con mentes hebreas. Es ilógico salir sin saber a dónde voy, pero
Dios le pidió eso a Abram; ni siquiera le dio un indicio, sea al norte, al sur
o al este, nada de nada. ¡Levántate,
déjalo todo y vete! Obedecer esto requiere
una visión de Dios y una confianza y absoluta resignación a la guía divina; los
pragmáticos, calculadores y lógicos, no podrían hacerlo, eso es algo que les
corresponde a los que tiene fe.
Si usted no sabe a dónde va,
tranquilo, Abram tampoco, sin embargo él obedeció y Dios cumplió.
HARÉ DE TI UNA NACIÓN GRANDE…. TE
BENDECIRÉ
Lo más importante en la vida del
hombre es lo que Dios haga en él y no lo que él haga por Dios. Los grupos religiosos siempre están
pendientes que cuánto pueden hacer por Dios o para Dios; el legítimo pueblo del
Señor está pendiente solamente de no estorbar la obra de Dios en ellos. Es por esto que el perfecto estado del hombre
es en adoración, úes solo cuando adoramos estamos rendidos a Él y le permitimos
que nos use. Los religiosos hacen
muchas cosas y se jactan de haberlo hecho; los adoradores esperan en Dios, le
obedecen y cuando han terminado su obra dicen: siervo inútil soy, solo lo que
debía hacer he hecho (Lucas 17:10). Los
primeros se glorifican a sí mismos, los segundos dan la gloria a Dios.