Antes de cada movimiento de Dios en
la historia de la humanidad, siempre ha habido un hombre de Dios apasionado por
hacer la obra de su Señor; esta obra empieza en la cámara secreta, en la
soledad del intercesor que agoniza pidiendo que se salven las almas.
LOS APASIONADOS POR LAS ALMAS Y LOS RELIGIOSOS
Las diferencias entre quienes les
interesan las almas y los que buscan su propia fama.
Los apasionados por las almas no
abandonan la cámara de oración. Mientras los apasionados de su
religión o los apasionados por su fama, están llenos de actividades, reuniones
y planificaciones, los apasionados por las almas están gimiendo delante del
Señor orando, clamando e intercediendo por varias horas al día, todos los días,
todas las semanas, sin cesar; toda una vida dedicada a la oración.
Los religiosos tienen un alto
concepto de sí mismos, creen estar muy bien y se fían de los halagos de la
gente, creen que están en su mejor momento porque ven sus pequeñas ambiciones
satisfechas; los apasionados por las almas mueren cada día en el altar de
oración, dolidos por su propio pecado y por el de los demás, para ellos una
iglesia llena solamente significa que allá afuera hay muchos más que aún no se
han salvado, no tienen metas cumplidas, no están satisfechos, están en su peor
momento porque saben que cada segundo el infierno traga miles de vidas humanas
perdidas.
Los apasionados por las almas no se
comparan con nadie porque saben que son pequeños; los apasionados por su fama
viven comparando sus logros con los de los demás, se amargan por quienes tienen
más éxito que ellos y se alegran por los que tienen menos. Los primeros
no pierden su tiempo criticando o juzgando sus consiervos, los otros en cambio
se deleitan difamando y hablando de quienes a su juicio no son tan buenos como
ellos.
LAS PALABRAS DE LOS
APASIONADOS POR LAS ALMAS
Frases famosas de hombres
desconocidos, las palabras de los anónimos.
A continuación les comparto algunas
de las palabras de los hombres que sacudieron el cielo con su clamor y aunque
fueron anónimos en la tierra, Dios les conocía y les encomendó iniciar aquellos
grandes avivamientos que ahora nos parecen tan lejanos, pero que a decir verdad
están muy cerca, están en nuestras rodillas, está en nuestra oración insistente.
David Brainerd (1718–1747). Misionero
predicador que evangelizó a los indios nativos norteamericanos:
–– No me importa a dónde voy o cómo
vivo, ni lo que tenga que soportar, con tal que pueda ganar almas para
Cristo. Cuando duermo, sueño con ellas, y cuando despierto, ellas están
primero en mi pensamiento ––
Evan Roberts (1878–1951). El
predicador de los grandes avivamientos producidos antes de la segunda guerra
mundial:
–– Dios mío, permíteme también a mí,
aprender a sollozar, que mi alma sea traspasada de dolor mientras predico el
evangelio a los hombres ––
Charles Finney (1792–1875). Uno
de los más importantes predicadores cristianos estadounidenses de su época:
–– Esta carga me agobió con gran
agonía. Al regresar a mi pieza, me sentía tambalear bajo la carga que
tenía en mi mente; yo luchaba, gemía y me angustiaba, pero no podía articular
palabras para presentar el caso ante Dios, sino con lágrimas y gemidos.
El Espíritu luchaba dentro de mí, gimiendo aquello que no podía expresar.
En Isaías 66:8 el Señor dijo: Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio
a luz a sus hijos; ese es el lema de mi vida ––
Hudson Taylor (1832–1905).
Predicador y primer evangelizador de la China a finales del siglo IXX, quien en
plena guerra y miseria supo predicar y levantar un pueblo para el Señor.
–– He visto a muchos hombres trabajar
sin orar, pero nunca he visto uno que haya orado y no haya trabajado ––
–– Debemos entregar nuestra vida por
este mundo perdido; una vida fácil que no se niega a sí mismo, jamás tendrá
poder, para dar fruto hay que cargar la cruz ––
Duncan Campbell (1898–1972).
Evangelizador durante el avivamiento de las Islas Hébridas:
–– En uno de sus servicios, me detuve
a medio mensaje y pedí a un pequeño muchacho llamado Donato, que nos condujera
en oración. No llevaba cinco minutos orando cuando Dios se manifestó en
la iglesia. Allí estaba la congregación gimiendo, llorando, postrándose y
clamando al Dios del cielo. Mientras ocurría esto en la iglesia, los pescadores
en sus barcas, los textileros detrás de sus telares, comerciantes,
profesores y muchas personas más fueron tocadas por Dios. A las
diez de aquella mañana, los caminos estaban llenos de gente buscando a Dios,
los que nunca antes habían estado en oración conmigo. Recorrí todo lo
largo del camino de aquel campo y encontré en un lugar a tres hombres que
estaban caídos en el suelo boca abajo, tan angustiados con respecto a sus almas
que no podían hablarme. Tampoco ellos habían estado en la reunión que yo
había tenido ––
William Booth ((1829–1912) Fundador
del Ejército de Salvación en el Este de Londres. Dirigiéndose a los
estudiantes de su escuela de predicadores les dijo:
–– Me gustaría muchísimo si yo
pudiera enviarlos a todos al infierno… durante dos semanas… para que conozcan
el drama y la miseria de las almas perdidas; así podrían predicar con más
pasión para que nadie vaya allá ––
Leonard Ravenhill (1907–1994)
Conocido por sus avivamientos y el celo por la doctrina de Dios; ha sido
conocido por reprender y fustigar valientemente a los movimientos modernistas
dentro de las iglesias cristianas:
–– ¿Cómo puedes derribar las
fortalezas de Satanás si ni siquiera tienes la fuerza para apagar tu TV? ––
–– Muchos pastores me critican por
tomar el Evangelio tan seriamente. ¿Pero piensan realmente que en el día del
juicio final, Cristo me castigará por haberle tomado demasiado en serio?––
–– Mi ambición principal en la vida
es estar en la lista de los más buscados del diablo ––
–– Ningún hombre es más grande que su vida de oración. El pastor que no
está orando está jugando; las personas que no están orando se están apartando.
El púlpito puede ser el escaparate de una tienda para exhibir los talentos de
alguien; el cuarto de oración no admite ninguna actuación ––
LOS INTERCESORES HABITAN EN EL "SECRETO DE DIOS"
La legítima intercesión no se realiza en público sino en privado, a
solas con el Amado.
Podría decirse que la oración es bien
vista por los demás, por los hermanos, por los que oran con nosotros y también
por los espectadores; no es raro ni le extraña a nadie. Los
problemas vienen cuando los que oran dejan de pedir vanidades y empiezan a
preocuparse por las almas, suplicando por ellas en la presencia de su Dios
porque sienten que están despeñándose hacia el infierno. Estos
intercesores dejan sus palabras y empiezan a gemir, a llorar a lamentarse;
entonces tanto los espectadores y aún los compañeros de oración se molestan y
manifiestan su fastidio con frases espirituales: "tómalo con calma", "Dios
te oye sea que murmures o que lo hagas en silencio... no grites",
etc. Esta es la principal razón por la cual la intercesión es
privada y secreta; es algo entre usted y Dios, Dios y usted, allí ni siquiera
su cónyuge cabe.
No decimos que está mal orar en
público, pues la Palabra nos autoriza a hacerlo, siempre y cuando sea en
acuerdo y con peticiones claras para que todos entiendan y puedan decir amén a
las plegarias (Mateo 18:19. 1 Corintios 14:16).
Nosotros hemos tenido grupos de
intercesores, hemos incentivado a la congregación para que lo haga y en alguna
medida lo logramos; al inicio de nuestras reuniones estaban allí postrados cien
o doscientas personas llorando gimiendo y clamando mientras nosotros, los que
presidíamos pensábamos: ¡Lo logramos, Aleluya, qué pueblo tan espiritual, que
bendición tan grande! Al poco tiempo teníamos un pueblo con fama de
intercesores. Todos hablaban de lo "espiritual que era nuestra
congregación" y de los "poderosos servicios que celebrábamos",
no obstante de una manera casi imperceptible empezaba a crecer el orgullo y la
altivez. Mientras el pueblo oraba más en el templo iba menguando la
oración privada, hasta que la oración se transformó en nuestra costumbre y el
estatus de cada hermano estaba dado por cuántas horas pude estar clavado en
intercesión y, claro, todo esto en público a plena mirada de todos para que los
"censores del espiritualidad de la iglesia" puedan anotar mental o
verbalmente que aquel hermano o aquella hermana estaba "bien", porque
oraba mucho.
Jesús sin embargo sigue diciendo: ora
en secreto y tu padre que ve en los secreto te lo recompensará e
público. El producto de este aparente "avivamiento"
fue un grupo de hermanos super espirituales, jueces de otros, implacables en
sus juicios y en sus dictámenes; una iglesia orgullosa y altiva, cuya gloria
era lo que hacía en público mientras que en sus hogares, en sus cámaras
secretas solo levantaban pequeñas, sencillas y casuales plegarias.
Entonces entendimos la importancia de
obedecer a Jesús intercediendo en secreto; cuando la congregación se reúne
oramos en acuerdo por nuestras peticiones, en cambio cunado estamos solos, en
el secreto de Dios, tenemos nuestros devocionales, nuestras frases amorosas
hacia nuestro salvador, nuestra alabanza íntima y nuestra intercesión. la
iglesia se sanó, el orgullo empezó a ceder espacio a la sencillez, los
"hermanos espirituales" bajaron de su nube y eran igual a cualquiera;
ahora ya no había engaño, no prevalecía el "show" y cada uno era lo
que era delante de Dios. Cuando caen las apariencias se levanta la verdad
de Dios.
Hermanos, nosotros nunca podremos ser
más de lo que somos en secreto y su congregación crecerá tanto como su
devocional; del tamaño nuestro es nuestro pueblo, de nuestro tamaño real, es
decir el tamaño que tenemos ante Dios en su presencia. Todo lo
demás es vanidad: la fama de los hombres, la honra de los paganos, los
reconocimientos de la gente; nada de eso nos servirá, en cambio lo que hago en
secreto recibirá pública recompensa y solo así mi tesoro estará en el cielo, en
donde el moho y el orín no corrompen y donde los ladrones no minan ni hurtan.
SOMOS LOS MENDIGOS DEL CIELO
No debemos cansarnos de pedir, no le
demos tregua al dador de todo bien.
Amados hermanos, si queremos que Yahweh ponga la pasión por las almas en nuestros corazones, vamos en busca de su rostro, cancelemos compromisos, deshagámonos de tanto programa religioso, dejemos de dormir tanto, dejemos de comer tanto; apartémonos de la vagancia y la glotonería y vamos en busca del rey, salgamos a su encuentro.
Un joven ministro me pregunto
recientemente: ¿Cómo logra usted que después de predicar un sencillo mensaje de
quince minutos, tantas almas se entreguen al Señor? Yo respondí que “yo
no lo logro” sino que el Señor lo hace porque yo predico el evangelio, sin
adornos, sin tapujos, sin engaños, el sencillo mensaje del evangelio y Dios lo
respalda. Sin embargo, debo reconocer que durante años prediqué el
fruto de mi vanidad, tratando de impresionar a la gente con infinidad de
testimonios, usando gesticulaciones y calculados tonos de voz, hasta que caí de
rodillas en la cámara secreta, en el altar de oración y allí aprendí que el
mensaje que debo predicar es el evangelio y nada más.
Tomado de un
mensaje dirigido por nuestro hermano Robin Contreras a los nuevos diáconos y
maestros de Monte Sion, al iniciar nuestra vida congregacional, en
diciembre de 2012.
Departamento
de Comunicación
CENTRO
CRISTIANO FAMILIAR MONTE SION
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